Promover un entorno que desarrolle las habilidades adaptativas es fundamental para alcanzar un buen desarrollo a todos los niveles de cualquier niño. La autonomía permite tener un pensamiento crítico y controlar la propia conducta. Sin esta autonomía seríamos controlados continuamente por los demás necesitando continuamente recibir órdenes e instrucciones para saber que pasos seguir y como comportarnos en cada momento y situación social a la que nos enfrentamos.

Los padres, educadores y demás profesionales que trabajamos con los niños debemos darles la oportunidad de aprender, crecer, explorar, equivocarse, tomar decisiones, etc. para favorecer su desarrollo personal.

En la medida de las posibilidades de cada familia se debe ir dando responsabilidades a los más pequeños de la casa para aprender a ir haciendo diversas cosas que a ellos les hagan crecer como personas y puedan ir poco a poco colaborando en las tareas domésticas. Al principio todo sale mejor y más rápido si son papá y mamá los que realizan todas las tareas, pero con el tiempo y la práctica ellos son capaces de hacer muchas de las cosas que nosotros pensamos que no son capaces de aprender, o no les dejamos practicar las suficientes veces como para que lo desarrollen con soltura.

Aprovechemos todas aquellas ocasiones en las que ellos puedan participar para brindarles la oportunidad de aprender, ayudándoles las primeras veces (no haciéndolo por ellos, ofreciendo la ayuda mínima necesaria) y dejándoles hacer el resto de las veces, aunque no lo hagan igual que podría hacerlo un adulto. Alabar los pequeños progresos y darles confianza para seguir desarrollando nuevas habilidades que les serán de gran ayuda en su vida diaria facilitándoles la adaptación al entorno y aumentando su autoestima.